Una Promesa



 Una promesa, hay que cumplirla...



    Un buen día una joven se estrenó como maestra de matemáticas de nivel secundario, impartiendo clases a estudiantes de grado 7, 8 y 9. Aún teniendo la preparación académica que requería, enfrentó retos, tristezas, frustraciones, pero aparecieron las alegrías y también logros según avanzaba en su experiencia. Con el tiempo se identificó plenamente con la adolescencia y lo retos que enfrentan los adolescentes en su etapa más dramática de su desarrollo físico, mental y emocional. Una etapa de formación que se confunde con rebeldía pero más bien es una etapa de exploración, descubrimiento y adaptación que cuesta aceptar para vivir en una sociedad con normas y leyes, para el logro de una sana convivencia. 

    Durante su labor como educadora hizo promesas a sus estudiantes tales como: si obtienen buenas notas en el examen, habrá chocolates. Si adelantan el material de estudio, los minutos restantes podrán compartirlo con sus compañeros, entre otras promesas. 

    Se acercaba la fecha de pruebas de medición de aprendizaje (Pruebas Puertorriqueñas de Aprovechamiento Académico) y siempre los maestros en esa escuela coordinaban para hacer desayunos en conjunto o simplemente cada maestro lo costeaba. Era costumbre. La maestra le había prometido un desayuno a sus estudiantes al comenzar el primer día de tres días de pruebas que tenían. Los estudiantes estaban super emocionados y esperaban ansiosos ese día.

    Llegó el día y la maestra se levantó temprano y fue a la panadería a comprar todo para el desayuno. Pero no se había percatado que lo único que tenía en su cartera eran $20 para pasar la semana y la esperaban en el salón de clase 35 estudiantes para desayunar. Así que le dijo al joven de la panadería que tenía solo $20, no más. El joven rápidamente resolvió. Preparó pan con jamón y queso, lo cortó en ración para 35 estudiantes y añadió también 1 galón de jugo. 

    La maestra se fue a la escuela y logró el desayuno prometido. No tenía dinero para completar la semana así que decidió que comería en casa de sus padres. Ella le había prometido a sus estudiantes ese desayuno y no podía faltarle a su promesa. Pasaron varios días y la secretaria de la escuela mandó a buscar a la maestra a su salón de clases. La maestra bajó asustada a la oficina y preguntó que ocurría. La secretaria le dijo:

___ Miss, usted tiene algo aquí.

___ ¿Qué cosa? 

___ Un cheque de $300.

___ ¿Y de qué, por qué?

___ No se. No dice. A lo mejor le debían esa cantidad.

___ Que raro...

    La maestra tomó el cheque y se fue. Nunca pudo entender la razón del cheque y lo tomó como una enseñanza que aún recuerda con emoción.


"Si prometes algo, cúmplelo y si das de corazón, sin importar tu yo, serás recompensado(a)."

 

Esa maestra SOY YO.

 

J. Rosas